Su tema es amor (1 Jn. 4:7; 3:14; Mt. 5:44; 1 Co. 13:1-8, 13).
Ella fue llamada a salir del pecado por medio del evangelio (1 Pe. 1:15; 2 Ts. 2:14; Ro. 1:16; 10:13).
La iglesia es el cuerpo de Cristo, hay solamente una iglesia verdadera (Ef. 4:4; 1 Co. 1:2; 12:27; Jn. 10:16).
Ella no está dividida (1 Co. 1:10, 13).
Ella comparte la misma mente, juicio y fe (Ef. 4:4-5; Jud. 3).
Sus miembros son de un corazón y de un alma (Hch. 4:32).
Sus congregaciones comparten los mismos estandartes y ministerio (1 Co. 4:17; 11:16; 14:33; Ef. 4:11-13; Hch. 15:23, 28).
Los miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia, son santos, santo como Él es santo (Ro. 1:7; 1 P. 1:16; 1 Co. 1:2; Ef. 1:1).
Su pueblo es de todo linaje y lengua, pueblo y nación incluyendo niños y adultos creyentes (Ap. 5:9; 7:9; Mt. 19:14).
Todo su pueblo es igual y disponible para ser llamados por Dios a cualquier cargo o servicio, no importando la raza, status social, nacionalidad, o género (Gá. 3:28).
El Señor ha puesto los miembros en el cuerpo, Él los llama y los pone en su lugar (1 Co. 12:18; Hch. 13:2; 20:28; Ef. 4:8, 11).
Su ministerio (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) para la edificación del cuerpo y con el interés de ser responsables por las almas de su pueblo, le fue dado el poder de atar y desatar, teniendo mando sobre el pueblo de Dios como ayudantes de su felicidad (Mt. 16:19; 2 Co. 12:19; He. 13:17; 2 Co. 1:24).
Ella guarda las ordenanzas del bautismo de los creyentes por inmersión (Mt. 28:19-20; Jn. 3:23; Hch. 8:38); la cena del Señor y el lavamiento de pies (1 Co. 11:23-26; Jn. 13:14-15), y el ósculo santo (Ro. 16:16).
Ella cree en sanidad divina de su cuerpo físico (Stg. 5:14; Mt. 8:16-17).
Ella continúa en la doctrina de los apóstoles y profetas, tomando las santas escrituras, la Biblia, como la divina revelación infalible, inspirada y completa (2 Ti. 3:16-17; Hch. 2:42; 2 P. 1:20-21; Jud. 3).
Ella cree en la Tri-Unidad de Dios, tres Personas en un Dios (1 Jn. 5:7; Mt. 28:19; 2 Co. 13:14; Ef. 4:4-6).
Ella enseña que la humanidad es depravada por naturaleza desde la caída de Adán y que la expiación de Cristo y su invitación a la salvación se aplica a toda la humanidad, “el que quiere” (Ro. 5:12, 15-19; Ap. 22:17).
Sus convertidos van “adelante a la perfección” después de su conversión inicial para recibir el bautismo del Espíritu Santo, purificando sus corazones de la naturaleza depravada recibida de Adán (Hch. 11:16; 15:8-9 He. 6:1; 4:3; Ef. 1:13; 2 P. 1:4). La evidencia del bautismo del Espíritu Santo es vivir en santidad, y no son pronunciaciones ininteligibles las cuales son erróneamente llamadas por algunos, “hablar en lenguas” (1 Co. 3:16-17; Ef. 5:9; 2 Ti. 2:22).
Todos sus convertidos son creaturas nuevas en Cristo, siendo renacidos – 2 Co. 5:17; Jn. 3:3. (Atraídos por el Padre por medio del Espíritu – Jn. 6:44, 12:32; siendo contristados según Dios por medio del evangelio – 2 Co. 7: 8-10; Hch. 2:37; les llevó al arrepentimiento y fe – Ro. 2:4; 10:17; habiendo confesado sus pecados al Señor – 1 Jn. 1:9; habiendo dejado todo pecado – Ro. 6:1, 2, 18; habiendo invocado el nombre del Señor para su salvación – Hch. 2:21; Ro. 10:13; su espíritu habiendo recibido testimonio del Espíritu de Dios que ellos son Sus hijos– Ro. 8:16; y haber empezado y continuar haciendo restitución de todos los pecados pasados – Lc. 19:8; Hch. 19:19; para siempre andar en la luz de la Palabra y del Espíritu de Dios – 2 P. 1:19; Gá. 5:16).
Ella está separada del espíritu del mundo en su interior, y de toda su manifestación exterior, incluyendo pero no limitado a sus diversiones, su modo de vestir, su patriotismo, a las cosas que busca y todos sus pecados. Por eso, ella se viste con ropa ordenada por Dios, vestimenta sencilla y modesta viniendo de un espíritu afable y apacible (Ro. 12:2; 1 Co. 2:12; 1 Jn. 5:19; 1 P. 3:3-4).
Ella no es violenta (infligiendo herida a nadie; no participando en ninguna manera en acción militar carnal) (Lc. 3:14, 6:27-29, Jn. 8:36, 2 Co.10:4).
Sus servicios de adoración son guiados por el Espíritu Santo en todos sus aspectos, incluyendo los cantos (sin el estorbo de instrumentos musicales mecánicos) – Ef. 5:19; Col. 3:16; incluyendo quien ora, testifica, exhorta, o predica; así también los cantos que se anuncian, y la secuencia en la cual todas las cosas son hechas (Ef. 4:16; 1 Co. 12:4-7; 14:15, 40).
Ella fue llamada en estos últimos días para manifestar a todas las naciones los juicios de Dios, llamando a todas las almas fuera de religión falsa y el mundo (Babilonia) a el único y verdadero rebaño ( Ap. 15:1; 18:1-4; Mt. 13:38-41; Mr. 16:15).
Ella enseña que habrá castigo eterno y un galardón eterno de acuerdo a las obras hechas en el cuerpo (Ap. 22:12; Mt. 25:46; 2 Co. 5:10).
Ella ejecuta acción judicial corporativa en la iglesia (1 Co. 5:4-5, 12-13; 2 Ts. 3:14-15).
Ella vive sacrificadamente por la causa de Cristo y el evangelio (Mr. 8:34-35; Mt. 19:29; Lc. 14:33; Ro. 12:1).
Ella cree en la santidad del matrimonio, un hombre y una mujer de por vida (Mr. 10:11-12; Mt. 19:5-6; Lc. 16:18; Ro. 7:2-3).
Su pueblo son los verdaderos judíos, judíos por dentro. La nación física de judíos por naturaleza, nunca será otra vez el pueblo de Dios en su totalidad (Ro. 2:28-29; Gá. 4:25-31; 1 Ts. 2:14-16).
Ella espera que Cristo regrese en las nubes en Su segunda y final venida en el Día del Juicio en el cual habrá la resurrección de los justos y los injustos. (No habrá un “reino milenial” en la tierra, porque los santos ya están en el reino ahora, y ningún rapto en secreto de la tierra antes de ese día.) El cielo y la tierra entonces pasarán (Ap. 1:7; He. 9:27-28; Jn. 5:28-29; Hch. 24:15; 1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:15-17; 2 P. 3:7, 10-11).
Ella enseña que es posible que un santo pueda caer de la gracia, perdiendo su salvación (Ro. 11:22; Hch. 1:25; 1 Co. 10:12; Gá. 5:4).
Ella es la iglesia de Dios (2. Co. 1:1; Hch. 20:28; 1 Co. 10:32; 15:9; 1 Ti. 3:5).
La Iglesia de Dios…
La cual Él compró con su propia sangre.
Cristo es la cabeza de la iglesia.
Gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.
Que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Teniendo la gloria de Dios.
Y las naciones de los que hubieren sido salvos andarán en la luz de ella.
No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación o mentira; sino sólo aquellos que están escritos en el libro de la vida del Cordero.
Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
A Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús, por todas las edades, por siempre jamás. Amén.